Sin duda la infancia es una de las etapas de la vida más protegidas no sólo por la legislación sino que también por la moral social que existe desde antaño.
En las últimas décadas se ha generado mayor conciencia respecto de la importancia de la salud mental para el desarrollo de los seres humanos, situándose la infancia como una de las etapas determinantes para lograr una adecuada calidad de vida durante el ciclo evolutivo posterior.
“Experiencias traumáticas tempranas podrían generar importantes problemas en la salud mental a lo largo de la vida. Es así, como el abuso sexual en la infancia y/o adolescencia se configura como una de las experiencias que pueden llegar a generar un gran impacto en la salud mental, considerando los importantes procesos psicológicos que median en este periodo del ciclo evolutivo”, explica el psicólogo experto en intervenciones clínicas en Abuso Sexual en la Infancia y Adolescencia, Cristián Garrido Pérez, en contacto con BioBioChile.
El especialista destaca la importancia de detectar oportunamente estas conductas, de esta manera además de “interrumpir estas situaciones que atentan contra los derechos de niños niñas y adolescentes”, se puede asegurar una evolución adecuada para los niños y niñas.
“Si bien no existen indicadores específicos que se puedan correlacionar directamente con el abuso sexual infantil, es importante poner atención frente a cambios conductuales y manifestaciones emocionales por parte de niños/as y adolescentes”, explica.
De la misma manera, dice el experto, es necesario tener en cuenta que todo tipo de indicadores siempre variarán de acuerdo a la etapa que esté viviendo la persona, sea la infancia o adolescencia, por ejemplo, una de las más complicadas y donde se pueden observar más indicadores.
“Un indicador conductual de abuso sexual en un niño pequeño podría ser un conocimiento sexual avanzado, más allá de lo esperado para su edad. Estos indicadores sexuales pueden aparecer solos o acompañados de otras manifestaciones emocionales o conductuales, como cambios bruscos de comportamiento, llanto incontrolado, pesadillas, agresiones físicas a otros niños y/o adultos, expresar rabia hacia sus referentes significativos”, dice el especialista.
Por otro lado, en adolescentes “se pueden observar manifestaciones conductuales como automutilaciones, escapadas de casa, intentos de suicidio, riesgo de consumo de drogas y/alcohol”, comenta Garrido.
“Sin embargo, en ambos casos una de las principales consecuencias del abuso sexual puede ser la falta de confianza, prerrequisito fundamental para su desarrollo posterior, afectando la imagen de si mismo, de los demás y del mundo” agrega el psicólogo.
Sin embargo, dice la también psicóloga Camila Pérez Huenteo, “teóricamente ya se comprobó que no hay señales para darse cuenta de un abuso”.
La psicóloga Carolina Malebrán explica que a pesar de que muchas veces es difícil encontrar signos que identifiquen algún grado de abuso hacia niños y niñas, si se pueden dar luces del hecho, según consigna el sitio EducarChile.
Indicadores físicos:-Lesiones, desgarros, sangrado, inflamación, mucosa vaginal excesiva, cicatrices en la zona genital y/o anal.-Irritación en las tetillas, dilatación anal, infección urinaria, repentina dificultad para caminar o sentarse.-Encopresis (Trastorno intestinal de origen nervioso, por el cual niño tiene incontinencia fecal)
Indicadores psicológicos:-Llanto permanente, fuerte rechazo frente a una persona específica.-Trastornos del sueño, no logran conciliar el sueño por completo, tienen pesadillas o terrores nocturnos, temor a estar solos.-Depresión, juegos inapropiados para su edad en tonos sexuales o dibujos de carácter sexual.-Ponerse demasiada ropa, dos o tres pantalones. Esto se hace con la finalidad de dificultar el abuso.
“Es de vital importancia que los padres pongamos atención al lenguaje no verbal de nuestros hijos, a sus juegos, sus expresiones, sus dibujos. La vida hoy corre muy deprisa, con altas exigencias y en muchas casas ambos padres deben trabajar estando ausentes la mayor parte del día. De una manera u otra debemos asegurarnos de encontrar el minuto para conversar con nuestros niños, que sientan nuestro interés por lo que nos relatan, escucharles con atención”, concluye Malebrán.
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