Según la ONU, Chile ocupa el tercer puesto a nivel mundial por denuncias de abuso sexual infantil y el tercero en Sudamérica. Estas cifras alarmantes, crecen cuando sumamos los datos de Carabineros de Chile, que señalan que el 57% de las denuncias por abuso sexual son a menores de edad y el 40% de las víctimas, a menores de 14 años. Según datos de la Fiscalía de Chile, la cifra de abusos a menores de edad es aún mayor, correspondiendo al 74%. De hecho el abuso sexual es la primera causa de ingreso de niñas al SENAME, niñas cuyas edades varían entre 6 y 11 años de edad. Según la Fiscalía, el abusador corresponde en la gran mayoría de los casos a un conocido o un familiar de la niña
El Ministerio Público entregó el dato de que en Chile ocurren 17 violaciones diarias. Si analizamos este número a la luz de que más del 70% corresponde a niñas, esto quiere decir, que el día de hoy, unas diez niñas entre 6 y 11 años de edad, serán violadas por un familiar o un conocido.
Esto es una realidad que desgarra, violenta y preocupa, pues les efectos en la salud mental de las niñas abusadas son serios. La violación, produce efectos de estrés post traumático: temblores en todo el cuerpo, disociación (como mecanismo de defensa), llanto, angustia, conductas de regresión a edades anteriores (volver a hacerse pipí), constante alerta, terrores nocturnos, entre otros. A largo plazo, se producen trastornos de la personalidad, ansiedad generalizada, depresión, intentos suicidas, trastornos alimentarios, auto agresiones, conductas hiper sexualizadas.
La violación, produce a niveles psíquicos, la sensación de que alguien en quien se confiaba traspasó lo más íntimo, lo más “mío” sin preguntar, sin pedir permiso, en donde no hubo lugar para que intervenga la voluntad, tan necesaria en los aspectos del cuerpo. La violación es un entrar en la carne y corromperla, utilizarla para la satisfacción personal y donde el “no” de la víctima ni siquiera se escucha o se castiga con mayor severidad. Así, es muy probable que se generen posteriormente trastornos que utilizan al cuerpo para mediar a los efectos: auto lesionarse para cortar la angustia/bulimia, anorexia como forma de lidiar con los sentimientos displacenteros y muchas veces, odio hacia el propio cuerpo.
En Chile, con la prohibición del aborto terapéutico en caso de violación, esas niñas que no tuvieron oportunidad de hacer uso de la voluntad en la relación sexual, donde nadie les preguntó, donde no fueron vistas ni consideradas, sufren una nueva violación de sus cuerpos con el embarazo impuesto, donde nuevamente, se les quita el derecho de hacer uso de su voluntad sobre sus pequeños cuerpos para decidir llevar o no a cabo ese embarazo. El Estado no les pregunta, no las mira, no las escucha.
¿Qué ocurre cuando una niña resulta embarazada producto de una violación? Según un estudio de Carneiro en el año 2006, el primer temor de una niña es vivir con miedo a que la violación vuelva a ocurrir y el segundo temor, es quedar embarazada producto de esa violación. Hay miedo y rechazo absoluto a tener un hijo de tu propio padre. Miedo de tener que lidiar con un hijo que sea el recuerdo por el resto de tu vida, del martirio de la violación “¿Cómo voy a tener un hijo?”, “¿qué digo en el colegio?”, “¿significará que entonces la familia se dará cuenta de lo que me ocurre?”… Y es que no olvidemos que en la violación, las niñas son forzadas a callar a través del secreto o de amenazas de quien las violenta y el embarazo pasa a develar la violación produciendo un quiebre familiar, generando más culpa en la víctima.
Niñas de 10, 11, 13 años, embarazadas de un familiar. Niñas que no estaban preparadas para el inicio de la vida sexual y que no tuvieron posibilidad de hacer uso de la voluntad al dar el permiso a que otro tocara sus cuerpos. Escribe María Londoño en el 2004: “el embarazo es una réplica de la violación. La preñez, es una imposición de la violencia en sus entrañas y un nuevo impacto sobrepuesto a la fragilidad emocional en que se encuentran”.
En Chile, con la prohibición del aborto terapéutico en caso de violación, esas niñas que no tuvieron oportunidad de hacer uso de la voluntad en la relación sexual, donde nadie les preguntó, donde no fueron vistas ni consideradas, sufren una nueva violación de sus cuerpos con el embarazo impuesto, donde nuevamente, se les quita el derecho de hacer uso de su voluntad sobre sus pequeños cuerpos para decidir llevar o no a cabo ese embarazo. El Estado no les pregunta, no las mira, no las escucha. Sus cuerpos son usados otra vez. Su voluntad se vuelve a transgredir y a los padecimientos que deberá pasar producto de la violación, se le suma el de ser madres del hijo de un familiar. Madres del hijo de su padre, de su tío, de su abuelo.
Cuando he hablado con niñas o adolescentes víctimas de violación, siempre aparece el temor a estar embarazadas. Frente a la pregunta ¿tendrías a ese hijo?, la respuesta casi siempre es NO, con actitud aterrorizada y con inmediato rechazo y es que ¿a quién le gustaría tener un hijo de su propio padre? Recuerdo que en una ocasión, atendí a una niña de cinco años que había sido abusada por su abuelo durante mucho tiempo. Nunca olvidaré que una de las cosas que más me impactó fue que sus pies no alcanzaban a tocar el suelo desde la silla en que estaba sentada. La pequeña lloraba y lloraba, profundamente dolida. Su gran temor era el de estar embarazada y cada vez que me lo señalaba, su angustia crecía y más lloraba. Cuando le expliqué que las mujeres se embarazan cuando tienen menstruación ella sonrió aliviada, ya que como ella no menstruaba, era imposible que estuviera embarazada. Su rostro y su cuerpo mostraron un obvio descanso, como si hubiese estado llevando ese miedo sobre sus hombros quizás por cuanto tiempo. Sólo tuve que explicarle que era imposible que estuviera embarazada para que su ansiedad disminuyera considerablemente.
Lamentablemente, hay otras niñas o adolescentes que por su edad y por la llegada de la menarquia, sí corren riesgo de estar embarazadas. Más aún cuando el abuso se llevó a cabo repetidamente por un largo periodo de tiempo ¿Qué hacer con la ansiedad de esas niñas ante el embarazo?, ¿qué hacer con su rechazo?, ¿con esa sensación de asqueadas estar gestando el hijo de su propio padre o de su propio tío? Los Psicólogos y Psicólogas no tenemos mucho que hacer en estos casos, donde el Estado las obliga a continuar con ese embarazo y la sociedad intenta calmarlas con frases como “¿Qué culpa tiene esa guagüita?”, “un hijo siempre es una bendición”, con lo que generan más culpa en la niña ¿Usted sentiría que es una bendición llevar en su vientre un hijo producto de una violación de su propio padre?
Cuando observo los debates en torno a aborto por violación, noto personas que discuten sus argumentos/creencias con visión de caballo, de esos que se les pone un objeto que les tapa la visión hacia los costados. Son incapaces de alejarse un poco de las ideologías, retroceder y mirar los rostros de quienes han sido violadas, rostros generalmente de niñas. Creo que nos falta hablar desde la humanidad, esa condición que nos hace personas, porque podemos empatizar con otro, compadecernos de su dolor.
En países como Alemania, a las niñas menores de 11 años embarazadas producto de una violación, se les entrega Misoprostol por ley, junto con integrar a la niña a un programa completo de reparación del daño. A las niñas mayores de 14 años, se les da la opción de decidir continuar con ese embarazo o interrumpirlo, en un acompañamiento a ella y su familia (cuando no están involucrados en el abuso), desde una actitud no prejuiciada y abierta. Tienen la posibilidad de elegir. Hay alguien que, a diferencia de lo que ocurrió con su violador, le pregunta qué quiere hacer con esto que está ocurriendo con su cuerpo “¿qué quieres hacer?” que frase más terapéutica en para quien ha sido abusada.
Quisiera invitar, humildemente, a que la sociedad discuta este tema con más humanidad, de ponerse en los zapatos de quien ha sido violada, violentada en lo más íntimo que tiene una persona y mirar esos rostros… rostros de niña que no tuvieron posibilidad de elegir ni de usar su voluntad.
Dolor me provoca leer esto, no puedo aguantar las lágrimas... esto debe hacernos reacionar como sociedad... por mi parte este año empecé, con los que me apoyen.
ResponderBorrar